Diferencia entre Rioja reserva y crianza

El vino Rioja destaca por su personalidad y trayectoria histórica, que le permite ofrecer caldos de una calidad contrastada. No hay que olvidar que La Rioja es una de las dos únicas Denominaciones de Origen Calificadas que existen en España. Por lo tanto, une varias cualidades, tanto en lo referente a las condiciones climáticas como, también, al tratamiento de las distintas variedades de uva y tecnologías para la crianza.

Un poco de historia

La climatología y los suelos son fundamentales para conseguir vinos de calidad. Los suelos de La Rioja son arcillosos, calcáreos o aluviales, según la subzona. Cuentan con un gran aporte de horas de sol anuales y tienen el aporte pluviométrico justo, por encima de los 400 litros por metro cuadrado. Existen tres subzonas: Rioja Alta, Rioja Baja y Rioja alavesa, que engloban territorio del País Vasco, La Rioja y Navarra.

En los vinos tintos, La Rioja es el imperio de la uva tempranillo, que se combina con las uvas mazuelo y garnacha. En el caso de los vinos blancos, la uva protagonista es la viura. En cualquier caso, es importante destacar que el 90 % de los caldos que se elaboran en la Denominación de Origen son tintos, siendo testimonial la presencia de vinos blancos. También es fundamental remarcar, sin embargo, que tanto los vinos tintos como los blancos son de una calidad contrastada y que se pueden encontrar en las mesas de los principales restaurantes del país.

Si bien el cultivo de la viña está documentado en la zona desde la época romana, no es hasta finales del siglo XIX cuando da el gran salto, como consecuencia del impulso de las exportaciones asociado a la plaga de la filoxera en Francia. Sin embargo, es conveniente decir que ya en el siglo XVI existían iniciativas destinadas a distinguir los vinos de La Rioja por su calidad  distintiva, puesto que se diferenciaban fácilmente de los de otras zonas.

Ahora bien, en el último siglo, uno de los sistemas que más ha contribuido a mejorar los vinos es la crianza de los mismos en barricas de madera. Tradicionalmente, los vinos se guardaban en barricas para que aguantaran los transportes, pero no se buscaba conscientemente que cogieran cuerpo y matices diferentes. En el siglo XX, se empezó a experimentar con determinadas barricas. Un vino puede tener, gracias a la barrica, toques de madera, cereza, frambuesa, vainilla u otros matices que los sumillers saben distinguir. Podemos decir que se ha ganado en calidad gracias a la mejora de las tecnologías de crianza de los caldos.

Crianza vs Reserva

La diferencia principal entre un vino con crianza y otro de reserva es temporal. El tiempo de reposo del vino en barrica de madera es el que determinará si pertenece a una u otra categoría. Es importante indicar que, dependiendo de la Denominación de Origen, esos periodos cambian, de manera que en La Rioja hay unos límites establecidos por el consejo regulador. La tendencia en España, hoy en día, es que esta cuestión se delegue.
Por ejemplo, hay algunas Denominaciones de Origen donde solo existen vinos jóvenes, crianza o reserva, mientras que otras incorporan una posibilidad híbrida que es la de los vinos con media crianza (roble). Por este motivo, se ha decidido dejar este área a criterio de cada consejo regulador.

Un vino de La Rioja Crianza tinto es aquel de tercer año que ha sido envejecido en barrica de roble por un periodo mínimo de un año y tendrá que pasar otro año de embotellamiento antes de comercializarse. También hay que señalar que los materiales de la barrica están regulados por el consejo regulador. Aunque son menos comunes en La Rioja, también se pueden encontrar vinos blancos de crianza con un mínimo de seis meses de envejecimiento.
El mercado español del vino es cada vez más exigente, así como los hábitos de consumo. Por este motivo, hoy es habitual en todo el país que, antes de comer, se consuma vino de crianza como aperitivo. Ahora bien, también es cierto que estas costumbres varían mucho en función de la zona del país.

Sin embargo, un vino de La Rioja Reserva tinto es aquel de tres o más años que, como mínimo, haya estado reposando durante un año en barrica de roble. En los vinos blancos, se requieren seis meses de envejecimiento pero un mínimo de dos años de crianza. Por lo tanto, la principal diferencia con respecto al vino de crianza estará en el tiempo de reposo, que es como
mínimo un año mayor que en el anterior caso.

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