¿Qué es la neuroenología?
Tradicionalmente, se ha pensado que los vinos se degustan a través del paladar. Sin embargo, quizás esa solo sea una parte de la realidad, más bien reducida. En el artículo explicamos qué es la neuroenología y ofrecemos varios ejemplos prácticos.
Neuroenología: saboreamos el vino con el cerebro
Somos perfectamente conscientes de que el vino posee unas determinadas condiciones organolépticas, de la misma manera que sabemos que el consumo de cualquier producto está relacionado con la atribución de determinados valores. Esto significa en la práctica que nuestro cerebro reaccionará de forma distinta, aunque el vino sea el mismo, en función de una serie de variables externas. No queremos decepcionar a nadie, pero lo cierto es que el cerebro determina qué nos parece cada vino. Vamos a resumirlas.
Sentidos
Son tres los sentidos que interactúan con nuestro cerebro para que nos hagamos una idea del sabor de cada vino: el olfato, el gusto y la vista. Mucha gente no lo sabe, pero una molécula de vino carece de sabor y de olor, de manera que es la conjugación de estas sensaciones que se entremezclan con las neuronas la que ofrece la imagen que tenemos de un caldo.
Por ejemplo, aquellas personas que padecen limitaciones en algún sentido lo trasladarán al valorar el sabor de un caldo.
Precio
Antes esta era la variable más importante. En cualquier caso, la segmentación por precio es una técnica de marketing bastante antigua y que mantiene su plena vigencia, porque es exitosa. El cerebro tiende a realizar una asociación automática entre vino de alta calidad y precio elevado, aunque después esta visión se matiza a través de la experiencia.
El sistema de asociación es binario, ya que se limita a inferir la conclusión de que el precio determina la calidad, aunque ello no tiene por qué ser exactamente así. No obstante, nuestra mente hace esa primera asociación.
Crítica
El ser humano tiene un punto gregario y, por lo tanto, las opiniones de los demás, sobre todo, cuando las consideramos de valor, influyen en nuestra percepción de la calidad y sabor de un vino. Por este motivo, es relativamente habitual que al escuchar una opinión de un «gurú» respetado en el sector, tanto para bien como para mal, la tomemos como referencia.
En este caso, es el nivel de cultura y formación enológica el que contribuirá a eliminar el mito. Cuanto más se sabe de un tema, más fácil es contar con un criterio propio, que puede o no coincidir con el habitual.
Factores culturales
Finalmente, no hay que olvidar que somos hijos de un entorno cultural, de mayores o menores dimensiones, pero que también cuenta con sus propios códigos de comportamiento y, por qué no decirlo, con su sabiduría popular. Este aspecto importa, puesto que la idea preconcebida de los vinos está arraigada en el inconsciente colectivo y, en ocasiones, cambiarla lleva varios años, especialmente donde no hay tradición en el consumo.
Un ejemplo muy claro es el amor a la patria chica y pensar que el vino que se hace en casa es el mejor, aunque no haya uva ni tecnología para que los caldos sean de calidad. No obstante, como decimos, eliminar ese mito resulta difícil.
La calidad gusta
Disfrutar de los vinos es más complejo de lo que puede parecernos a simple vista, aunque siempre es importante que la materia prima sea de calidad porque, al fin y al cabo, los estándares de gusto de las personas tienden a parecerse. Por no decir que un vino con una mala materia prima no es en absoluto saludable. En Heredad de Aduna llevamos 100 años cultivando y envasando vinos de Rioja Alavesa de la máxima calidad.
Pondré un ejemplo muy simple caso 1, tenemos un entorno maravilloso en un restaurante de lujo ambientación, mesa maravillosamente presentada, con nuestro amor ideal al que vamos a pedirle la mano con un diamante de tropecientos quilates y una sonrisa de oreja a oreja y en ese preciso momento que nuestro cerebro está extasiado ( como dirían estos neuroenologos) voy Yo y ,ESO SÍi; en dos magnificas copas de vino sirvo DON SIMON DE TETRABRIK. Caso 2: Estoy con mis colegas en un meson ( mesa sin mantel) comiendo huevos fritos caseros con chistorra navarra y patatas fritas y, por supuesto en las mismas copas que en el caso anterior, sirvo VIÑA EL PISON de bodegas Artadi , y el que me responda que le ha gustado más Don Simon, en su maravillosa presentación neuroenológica, es que simplemente MIENTE, SÍ MIENTE COMO UN BELLACO, o eso, o NO TIENE NI PUTA IDEA DE VINOS . Por cierto soy filósofo y un enamorado , apasionado del mundo del vino.
Gracias por comentar Iñaki. Como tú dices, para los amantes del buen vino, el propio paladar nos ayudará siempre a detectar ante que clase de caldo estamos a pesar de estar «embriagados» por una determinada situación. ¡Te esperamos en próximos post!