Vino rioja, ¿cómo se hace una cata?

Diferenciar un vino rioja de un vino garnacha implica tener conocimientos básicos sobre todas las fases de análisis que se realizan en una cata. De esta manera, se pueden percibir las sensaciones y aromas propias de cada vino con certeza.

El proceso de cata

Al hacer una cata, se realiza un análisis de los vinos usando los sentidos. Se pueden hacer catas horizontales (entre vinos de la misma añada) y verticales, entre caldos de una misma marca pero diferentes añadas. En ambos casos se realizan 4 tipos de análisis: visual, olfativo, táctil  y gustativo.

En la fase visual de la cata se intenta obtener la mayor información posible sobre un vino a través de su aspecto. Entre otras cosas, se analiza su fluidez, densidad y el lagrimeo en la copa.

El color del vino también permite conocer su edad. Los vinos blancos más jóvenes siempre son de un tono amarillo más pálido que, con el paso del tiempo, se convierte en dorado. Por su parte, los tintos jóvenes tienen un tono de cereza madura y borde granate. Al envejecer, adquieren tonos rubí. De todos modos, es importante aclarar que no existe el tono perfecto de vino y que debe valorarse en conjunto con características como la nitidez, transparencia y falta de oxidación.

En la fase olfativa de la cata, se puede apreciar el aroma del vino de manera directa o por vía retronasal. De hecho, se mueve la copa para que el vino gire dentro de ella y después se huele directamente por la nariz. La vía retronasal aparece a posteriori, cuando el vino ya está en la boca y accede a la mucosa.

En este análisis se perciben los aromas propios de la uva usada en la elaboración del caldo (conocidos como primarios), los secundarios o producidos en la fermentación en bodega y los terciarios, fruto de los intercambios producidos entre el vino y la madera de la barrica durante la crianza.

Durante la fase olfativa, se asocia el aroma del vino con otros más habituales para poder comunicar las sensaciones que provoca, como por ejemplo flores o frutas.

El tercer análisis que se realiza en una cata es el gustativo. Curiosamente, es el que menos sensaciones produce debido a que las papilas gustativas solamente pueden recoger información sobre los 4 sabores básicos: dulce, salado, ácido y amargo. Todos ellos, en diferente grado de intensidad, están presentes en un vino.

El gusto de un vino se percibe en pocos segundos, pero pasando por 3 fases: un ataque inicial en el que destacan los sabores dulces, 15 segundos de paso en boca en los que se perciben los sabores más ácidos y una impresión final de 5 segundos en la que se hace presente el gusto amargo.

Finalmente, el análisis táctil de un vino también se percibe en la boca, que da información al consumidor sobre la temperatura, suavidad y aspereza de un vino.

Rioja y garnacha

No solamente el vino rioja tiene calidad en España. Tomar una copa de vino garnacha es toda una experiencia para los amantes de los grandes caldos.

Los vinos garnacha tienen cuerpo y personalidad. Aunque no son excesivamente fuertes, al contrario que los rioja, sí que tienen un matiz especiado o picante que les confiere su sabor particular. Además, son de alta graduación.

A la vista, comparten apariencia oscura con los rioja, pero el sabor de un garnacha es más afrutado y tiende, sobre todo, a frutos rojos.

Aunque se elaboran garnachas en La Rioja, la verdad es que en las tierras de Aragón, con denominación de origen Cariñena, Campo de Borja o Calatayud, son el lugar originario de esta uva. Las bodegas Heredad de Aduna ofrecen interesantes variedades de estos tipos de vino que merece la pena conocer.

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